Recuerdos de Cortez
Como me acordé de ti mientras cantaba…
Hoy me atreví a sacar un texto de principio del milenio, desde aquella vez, no lo había tocado más que en una ocasión y para leerlo en voz alta ante la mitad de inspiración que lo generó. En esta ocasión más que preguntas hubo respuestas: el texto salió por que Alberto Cortez es capaz de hacer eso y más en el corazón de cualquiera.
Yo crecí con él, con su voz, con su pasión, con su canto. Quizá por eso en aquellos años me llamaron inestable (que tontería, sólo porque me gustaba Don Alberto,) hoy si lo soy y de eso Él no tiene la culpa.
La noche de este 23 de marzo, me topé con Don Alberto por mera casualidad, aunque creo que ya teníamos una cita… Entonces me acordé… es inevitable hacer memoria de todo lo que viví con el Don y de saber que su concierto es el mejor que yo haya visto en mis 26 inviernos.
Se volvió mi amigo, “el sembró el árbol en el jardín de mis recuerdos, todo él marcó mi infancia y mi adolescencia. Juntó a su música aprendí a amarla y la distancia no fue factor para olvidarla”.
Así es, “entre sus letras descubrí la gama de sentimientos de un hombre (un niño tal vez); la soledad, la alegría, la tristeza, la locura, la envidia, la amistad, el presente, el pasado, el futuro y el infinito”.
Alberto Cortez descubrió en mi “un montón de letras oscuras, envueltas en la más impresionante luz; tomé en cuenta que una frase o una rima son las enseñanzas de la vida; que cantas lo que sientes y si ya no cantas no sientes; entendí que mi voz se une al corazón y si estás descorazonado no podrías llamarle”
Don Alberto me enseñó “que un amigo se va pero no eternamente, que se irá en los grados que tú quieras perderle”. Supe que la soledad es una búsqueda constante en donde nada hay que encontrar. “Que los demás son importantes en los grados que tú lo eres para ti mismo y que volar no es exclusivo de una gaviota” y que construir castillos en el aire es técnicamente posible.
El cantante, el señor, el hombre, todos uno mismo, me enseñó que el camino es largo pero siempre hay vereda, que en la angustia cabe el recuerdo del ser que amas para reconfortar el alma y limpiar el corazón, “que dar todo es lo primero y lo último que puedes hacer… que te irás con la marea pero como la marea volverás”
Recuerdo que aquel 25 de noviembre del 2000 el Teatro Metropólitan fue testigo de lo mucho que lloré con el callejero aquel que perdió la vida “siendo tan de todos y tan de nadie. Siendo su mejor cárcel, su mayor libertad…” su todo y su siempre ausente.
Hoy me puse a recordar y lo traje a mi memoria:
GRACIAS POR LOS RECUERDOS
GRACIAS Alberto
GRACIAS Cortez
LA CANDELA
Mecano, para Carmen y Luana
Nací ochentera y ahí los conocí, con “un ojo aquí y otro allá”, en aquel bar, con mis amigo y a mis 19 aún los cantaba… Hoy tengo 26 y Mecano sigue vigente. Cada vez más canciones se hacen mías, en español, italiano o francés. Y hoy, además de aplaudirles su eterno, inexplicable e incasable talento, me queda decir que Mecano hizo posible un amor (cuántos no se habrán enamorado un 7 de septiembre). Desde México vaya hasta la Madre Patria mi aplauso al valor y mi agradecimiento a Cupido por revalorar en mi la creencia en él. Usted me entiende.
Itandehui Santiago
“La Foca Azul”
en Zona Acústica
La máquina del tiempo: Junio de 2004