Una noche inolvidable con Edgar Oceransky en el Oh Alá: Música, emoción y conexión
Por: Paola P. Aguayo
Faltaban 20 minutos para las 9 y el hambre ya empezaba a hacer de las suyas. Aprovechando la bendita ubicación, decidimos hacer una parada estratégica en El Rey del Taco (¡patrocínanos, porfa!), donde nos echamos unos taquitos que no decepcionaron: tortillas calientitas, carne bien servida y unas salsas que merecen mención aparte. Así que sí, empezamos la noche con el pie derecho y el estómago feliz.
Pocos minutos después de las 9, comenzamos a caminar hacia nuestro verdadero destino: el Oh Alá, ese pequeño templo musical a unas cuadras del centro de Coyoacán. Para quienes no lo conocen, el Oh Alá es un bar íntimo, de esos donde te sientes parte de algo especial. Originalmente estaba en un segundo piso hace muchos años en avenida universidad y Miguel Ángel de Quevedo (que también tenía su encanto), pero ahora, en Coyoacán, conserva la misma esencia: la de un lugar donde se respira música. Ahí han tocado grandes cantautores como Carlos Carreira, Rodrigo Rojas, Alfonso Alquicira, Miguel Inzunza y, por supuesto, Edgar Oceransky, a quien íbamos a ver esa noche.
Para las 9:15, el lugar ya estaba prácticamente lleno. El staff de Edgar entraba y salía con su guitarra y su bebida de elección, preparando todo para lo que sabíamos sería una velada inolvidable. A las 9:30, Edgar apareció en escena con esa mezcla de sencillez y presencia que lo caracteriza, y sin más, arrancó el concierto.
Comenzó compartiendo anécdotas personales que dieron sentido a su más reciente disco “Volver a abrir la puerta”. Fue como una charla entre amigos, de esas donde te cuentan lo que han vivido últimamente y cómo lo han transformado en canción. Así, escuchamos temas como “En la puerta de esta casa”, “Cuando callo”, “Solo quiero ser tu amigo” y “Contar conmigo”. Después, entre risas, confesó que tenía que empezar con las nuevas para justificar el disco, pero que ahora sí venían las que realmente queríamos oír.
Y ahí empezó la fiesta emocional. Entre peticiones del público y dedicatorias espontáneas, sonaron “El Faro”, “Kilómetros de cielo”, “Las calles de La Habana”, y hasta nos regaló una sorpresa: una versión de “Por Volverte a ver” de Aleks Syntek que nos tomó desprevenidos… y nos encantó.
Hubo de todo: lágrimas, risas, regaños cómicos de Edgar porque “ya bájenle a las grabaciones”, y momentos en los que el público se convirtió en coro multitudinario. La conexión fue tan fuerte que el tiempo simplemente se esfumó. Cuando nos dimos cuenta, habían pasado casi tres horas, y Edgar cerraba con broche de oro: “Un beso grande” y “Te dejé”, coreadas con el alma por todos los presentes.
Y como si no fuera suficiente con la entrega sobre el escenario, Edgar se quedó al final para convivir con todos. Se sacó fotos con los presentes, firmó autógrafos, escuchó historias, y tuvo la generosidad de quedarse con su gente. Y sí, yo también logré tomarme la selfie conmemorativa que nos tomamos cada vez que nos vemos. Ya es tradición.
¿Nunca has escuchado a Edgar en vivo? No sabes lo que te estás perdiendo. En la agenda de Zona Acústica puedes encontrar sus próximas presentaciones, así que no hay pretexto. Hazlo un ritual: busca la fecha más cercana a tu ciudad, ubica unos buenos taquitos cerca del foro… y prepárate para vivir una noche de música, emoción y muchas historias que se cantan mejor entre amigos.
Visita a Edgar Oceransky en https://linktr.ee/oceransky