Manual para escuchar música (de verdad)
Por Gabriel Velázquez “El Gabo”
Escuchar música es algo que hacemos todos los días. En el coche, mientras lavamos los trastes, cuando vamos al gimnasio o mientras trabajamos. Pero, ¿cuántas veces escuchamos música de verdad?
No me refiero a oír. Oír es lo que hacen nuestros oídos por instinto. Escuchar es otra cosa: es detenerse, prestar atención, dejarse atravesar. Por eso hoy quiero compartir este pequeño manual, no para expertos ni melómanos, sino para cualquier persona que quiera experimentar la música con todo el cuerpo, no solo con los audífonos.
Paso 1: Baja el ritmo
La música está hecha de tiempo. Si tú estás corriendo por dentro, difícilmente vas a entrar en el compás de una canción. Busca un momento tranquilo. No pongas música solo para llenar el silencio. Que escuchar sea la actividad, no el fondo.
Paso 2: Usa altavoces (si puedes)
Los audífonos son útiles, pero engañan. Condensan el espacio. Los sonidos graves, por ejemplo, se sienten en el cuerpo, no en los oídos. Si puedes, escucha con bocinas. Deja que el aire vibre contigo. La música también se percibe en la piel, en el pecho, en las costillas. El cuerpo es parte del instrumento de escucha.
Paso 3: Cierra los ojos y escucha el paisaje
Cada canción es un universo. Una producción musical es como una película sin imagen. Hay planos, hay enfoque, hay capas. ¿Dónde está el bajo? ¿Qué hace la batería? ¿Qué tan cerca o lejos suena la voz? ¿Qué hay en el fondo? Escucha como si estuvieras recorriendo un paisaje sonoro.
Paso 4: Encuentra la emoción antes que el ritmo
Antes de seguir el beat con el pie, pregúntate: ¿qué me hace sentir esta canción? ¿Qué sensación se queda flotando en el aire después de la primera estrofa? La música es emoción convertida en sonido. No siempre es alegría o tristeza. A veces es nostalgia, ternura, ansiedad, vértigo, deseo.
Paso 5: Escucha la letra como si fuera un poema
Si la canción tiene voz, escúchala como si alguien te estuviera hablando al oído. Escucha el texto, pero también el tono. No solo lo que dice, sino cómo lo dice. La intención está en las pausas, en el susurro, en los quiebres. Las letras no siempre están para entenderse, a veces solo están para sentirse.
Paso 6: Repite. Una vez no basta
La primera vez te atrapa el ritmo. La segunda vez te das cuenta de lo que dice. La tercera, tal vez descubres un instrumento escondido. La cuarta, ya te la sabes. La quinta, ya te habla a ti. Una buena canción se revela por capas, como una cebolla sonora.
Paso 7: No escuches solo lo que te gusta
Escuchar también es un acto de apertura. Dale play a algo nuevo, algo que te incomode o te confunda. No para que te guste, sino para que te ensanche. La música tiene muchas formas de belleza, y muchas están fuera de nuestra zona de confort.
Paso 8: Deja que te acompañe
No toda la música es para analizarla. Algunas canciones son solo para sostenernos. Para hacernos compañía cuando no sabemos cómo poner en palabras lo que sentimos. A veces, una canción no necesita explicación. Solo necesita estar ahí.
Escuchar música de verdad es una forma de estar presente. De abrir los sentidos, de conectar con algo más grande que nosotros. En un mundo donde todo va tan rápido, detenerse a escuchar puede ser un acto profundamente humano.
Y tú, ¿cómo escuchas?