Voces Lunares II, un canto para tomar conciencia, retomar la dulzura y lo tribal
Redacción Zona Acústica Reseñas de Conciertos
Por Marisol Pacheco
El segundo concierto del ciclo Voces Lunares II se realizó el sábado 22 de marzo desde el Teatro del Pueblo en el corazón del Centro Histórico capitalino, y tuvo sobre el escenario la participación de Nancy Zamher (Ciudad de México) y de Sazón de María con Yazmín Machaen y Vladimir Garnica (Playa del Carmen, Quintana Roo), quienes con su música y letras llevaron al público por una emotiva toma de reflexión para establecer la posibilidad de reconocernos en el otro, abrazarnos y echar un baile para volver a disfrutarnos.
Nancy Zamher, un canto de generosidad y resistencia
La originaria de Ciudad de México presentó por primera vez las canciones que dan forma a su proyecto Guardianas, un compendio de historias de mujeres líderes, quienes entrevistadas en su localidad representan el cuidado de la tierra y las comunidades… La vida, en sentido profundo. Parteras, ambientalistas, trabajadoras sexuales, tejedoras, buscadoras, la lírica plasmada sobre ellas en las canciones de Nancy va más allá del puntual perfil arrojado por el proyecto de investigación periodística que realizó mediante entrevistas y lecturas sociológicas.
Y digo que fue más allá pues, al tomar esas historias y revestirlas con el sonido y géneros de la región a la que pertenecen esas mujeres sobre las cuales nos cuenta-canta Nancy, hicieron que el “Amarre de amor”, el son huasteco con el que la velada arrancó; la “Piel de Amanecer”, un son istmeño, “Reina de la noche”, un corrido; “Renacer”, un bolero; el “Tesoro” una ranchera para las madres buscadoras; la “Tejedora de aves”, un son jarocho; el danzón “La Esperanza”; y luego, “Todos los ríos”, una guajira; todos, estilos que cobijaron a las distintas narraciones que estremecieron a un público atento que escuchó la música que inundó el recinto por la también prístina compañía de Jorge García Montemayor en la guitarra y de Malena Duarte en el arpa y percusiones.
La tremenda sensibilidad y sencillez sonora con la que el trío interpretó el repertorio de Guardianas, dejó la razón y emoción en concordancia, algo que sin duda se agradece poder recibir de una cantautora como Nancy Zamher. Su último regalo: escuchar “El amante de Claraluna”, para añadir el amoroso propósito que también representa Voces Lunares.
Sazón de María, la libertad y gozo de volver a la conexión tribal
Llegó el turno del dúo formado por Yazmín Machaen (cantante, percusionista y compositora) y Vladimir Garnica (guitarrista, compositor y productor), ambos alma del proyecto Sazón de María, un platillo conocido por el buen gusto para sazonar estilos afrocaribeños con música tradicional, rock, rap, groove y funk. Con el reto de presentar su música a dueto -la banda suele tocar como cuarteto, quinteto o sexteto-, su actuación marcó una suerte de diálogo donde el baile y el canto “hizo hablar” a la concurrencia.
Así, con los primeros golpes de Yaz sobre las congas y el sonar de los acordes de la guitarra eléctrica de Vladimir para entonar “¿Cuál es el plan?”, el festín dio inicio. Luego, con “Dulzura”, “Bruja” y “Son para dos”, la invitación de Yazmín por reflexionar respecto a nuestra relación con el otro y la dualidad femenina-masculina a favor de una nueva convivencia, fue la constante para activar al público, quien también sucumbió al baile trazado por los invitados especiales, Amy Alcántara y Fernando Calderón.
En la cadencia del abordamiento musical de estos temas, está la magia -sin duda- del Sazón de María. La efectividad de su latin groove gana la respuesta del respetable, que lo mismo acompañó con palmas o se levantó del asiento.
Vinieron entonces, “Azul turquesa” y “Te conozco” donde el acento estuvo en la valoración por el entorno donde habitamos. Hablar del Mar Caribe y la devastación que ocurre cada vez más y poder ligarlo con la gentrificación y los fenómenos que ponen en peligro nuestros ecosistemas, manifiesta también el empoderamiento que como sociedad debemos construir.
El colofón a ese momento fue “Cuando yo muera”, una carta de amor para los seres que ya partieron de este plano.
Y, entonces, llegó el “Chocolate”. El que sin duda es ya un tema referente de la agrupación, es también el pretexto para armar la fiesta y volver a lo tribal, a juntarnos. Una verbena citadina que volvió a traer la intervención de la dupla bailadora de Amy y Fernando, puso de pie a los presentes y entre todos hicieron abrazar la iniciativa de hacer danzar el espíritu, algo que tanto bien y falta hace.
Con la enforfi-fiesta tribal. Así concluyó el segundo de los tres conciertos de Voces Lunares.
Fotografía: Rafael Arriaga Zazueta-MasMúsicaMX