¿De imitador a auténtico? La evolución de un artista
Por: Gabriel Velázquez “El Gabo”
A veces me pregunto cómo un artista pasa de ser un reflejo de sus influencias a convertirse en una voz propia. Me gusta pensar que es un viaje íntimo, casi psicológico, donde lo que comenzó como imitación se transforma en descubrimiento de uno mismo.
Muchos artistas comienzan imitando: aprenden acordes, repiten frases pegajosas, clonan estilos. Como bebés que aprenden a hablar repitiendo, los músicos repiten lo que escuchan. Es su forma de entrar al juego. Pero, según la teoría del self‑authorship de Marcia Baxter‑Magolda y Robert Kegan, hay un momento en la adultez temprana donde se deja de depender de modelos externos y se empieza a forjar una identidad propia. En el contexto artístico, ese “salto” es cuando el artista deja de pensar “¿qué esperan de mí?” y comienza a decir “esto es lo que tengo que decir”.
Desde los estudios cognitivos, sabemos también que la creatividad evoluciona en varias etapas: exploración, incubación, iluminación y refinamiento. El artista absorbe influencias, las deja reposar, y un día vuelve con algo que ya no suena a nadie más, solo a sí mismo. Es como si, después de mucho buscar afuera, encontrara lo que siempre había estado dentro.
Este camino no es lineal. Hay estancamientos, dudas, retrocesos, pero también momentos en los que todo hace clic. En la investigación del desarrollo artístico, se ha identificado un patrón en forma de U: se empieza con entusiasmo, se atraviesa una etapa de crisis o duda, y se emerge con más madurez y claridad. Las caídas no son fracasos, son parte de la curva de crecimiento.
Y está también la diferencia entre “ser auténtico al género” y “ser auténtico contigo mismo”. Esa es una disyuntiva que todo artista atraviesa: ¿quieres sonar como se espera o sonar como verdaderamente eres, aunque eso rompa moldes? Quienes logran esto último llegan a un nivel de expresión que se siente más verdadera, más libre. Eso se nota. Se escucha. Se agradece.
Curiosamente, esa evolución del artista se parece mucho a la evolución de cualquier persona. Porque no hace falta componer canciones para estar en proceso de descubrir quién eres. No hace falta grabar discos para querer dejar de complacer y empezar a decir tu verdad. A todos nos pasa. Primero copiamos, después dudamos, y con suerte, un día nos atrevemos a ser.
Tal vez por eso nos conmueven tanto los artistas que han hecho ese viaje. Porque nos recuerdan que nosotros también estamos en el nuestro.
Y tú, que lees esto… ¿en qué parte de tu evolución vas?