El Hilo: Tejiendo puentes entre corazones con su música
Hace ya varios días llego a esta redacción el material de un par de chicos, que por alguna razón había quedado guardado sin tener la oportunidad de escucharlo, de pronto aparece “El Hilo”, un dueto que trae consigo la refrescante promesa de una música auténtica, emotiva y necesaria. La mexicana La Ávalos y el colombiano DLUE han logrado lo que pocos: crear un puente entre épocas y emociones a través de canciones que se sienten como conversaciones íntimas con el alma.
“No Queda Nada”, su más reciente sencillo lanzado irónicamente en pleno febrero, mes tradicionalmente dedicado al amor, llega como un bálsamo para quienes transitan el difícil camino del desamor. Con frases como “No somos los mismos…” y “el cuento se pudrió…”, este tema aborda sin romanticismos una realidad que muchos vivimos: el final de una relación tóxica y el proceso liberador de reconocer cuando algo simplemente se terminó.
Al escuchar “No Queda Nada”, me resultó gratamente sorprendente descubrir, además de su innegable talento como músicos y compositores, una vena pop que transporta a otros tiempos. Para alguien como yo, nacido antes de los 80s y cuya juventud estuvo rodeada por la movida española, el “Rock en tu idioma” y las bandas argentinas, me fue imposible no relacionarlos mentalmente con Cómplices, aquel dueto español que brilló en los años 80s con su estilo pop-rock y toques de blues.
Por supuesto, El Hilo representa una versión única y contemporánea de ese sonido, y sin caer en comparaciones directas, me produjo una profunda alegría encontrar algo nuevo que suena a clásico en nuestro idioma. Es como redescubrir un sabor de la infancia en un platillo completamente original.
Más que música: una experiencia teatral
Lo que distingue a El Hilo no es solo su propuesta musical, sino su concepción artística integral. Su proyecto, descrito como “músico-teatral de indie pop”, entreteje canciones con monólogos sutiles que nos recuerdan que todo en la vida tiene una conexión. Como ellos mismos expresan: “todo está unido por un hilo” y “la vida es un soundtrack”.
Esta visión no debería sorprendernos considerando las trayectorias individuales de sus integrantes. La Ávalos, además de cantautora, es escritora y actriz, autora de “Mujeres Extraordinarias”, obra que ha girado por lugares icónicos de México. Por su parte, DLUE, abogado de profesión pero “músico de alma, vida y corazón”, cuenta con más de tres millones de reproducciones en YouTube.
En “No Queda Nada” participó además el músico mexicano Rafa “El WEA” Salgado, integrante de El Tri y considerado la mejor armónica de Latinoamérica, lo que añade capas de textura y emoción a una canción ya de por sí potente.
Su trayectoria los ha llevado a compartir escenario con figuras como Aleks Syntek y a participar en festivales como el Vive Latino 2023.
Sin duda El Hilo opta por la autenticidad. Su propuesta no busca complacer algoritmos ni seguir tendencias pasajeras; busca establecer, como su nombre lo indica, una conexión genuina con quien escucha.
Cuando las letras hablan de liberación, de quitar el maquillaje a relaciones tóxicas y abordar el desamor sin filtros, lo hacen desde un lugar de verdad que resuena con las experiencias compartidas por tantos corazones rotos.
Con cada nueva canción y presentación, El Hilo va tejiendo su camino en la escena musical latinoamericana. Su propuesta, que fusiona lo teatral con lo musical, promete seguir evolucionando y sorprendiéndonos.
Para quienes buscamos música en español que combine calidad lírica, interpretativa y conceptual, El Hilo representa uno de esos descubrimientos que justifican las horas invertidas en explorar nuevos sonidos.
En estos días en que el desamor parece omnipresente, canciones como “No Queda Nada” nos hacen ver que incluso en el dolor hay belleza, y que a veces, reconocer que algo terminó es el primer paso para encontrar nuevos comienzos.
El Hilo nos invita a seguir su recorrido musical, a permitirnos sentir cada nota y cada palabra. Después de todo, como ellos mismos sugieren, todo está unido por un hilo invisible que, a través de su música, se hace tangible.