Jacob Collier: Un prodigio musical que conquistó el Metropolitan de México
Aquella noche, cuando las luces se apagaron y la multitud que llenaba el imponente Teatro Metropolitan comenzó a aclamar, supe que estaba a punto de presenciar algo verdaderamente especial. Y así fue, cuando un joven de cabellos crispados y pies descalzos salió corriendo al escenario, gritando con entusiasmo: “¡Hola México! ¿Cómo se sienten?”.
Era Jacob Collier, el músico prodigio que había venido a conquistar los corazones de los capitalinos, y debo decir que lo logró con creces.
Desde el momento en que Collier tomó el escenario, quedé completamente cautivado por su presencia. Con una guitarra colgada al hombro, se lanzó de lleno a una maravillosa versión de “Little Blue”, dejando entrever sólo algunas de las innumerables facetas de su talento. Verlo tocar el piano y la guitarra simultáneamente era algo increíble, casi irreal, y sin embargo, ahí estaba, demostrando que su virtuosismo no conoce límites.
Lo que siguió fue un viaje musical sin precedentes, en el que Jacob Collier nos llevó de la mano a través de una experiencia que imitaba lo que sucede en su propio cuarto. Sin más apoyo que su espléndida voz y su dominio de los instrumentos, llenó cada rincón del Metropolitan, conquistando al público con su carisma y su genuina conexión con la música.
Cuando Collier declaró que era su primera vez en la Ciudad de México, la ovación del público fue ensordecedora. Fue en ese momento que me di cuenta de que estaba presenciando algo verdaderamente especial, una comunión entre artista y público que rara vez se ve.
Y es que el show de Jacob Collier no era simple entretenimiento, sino una auténtica oda a la música, a su historia y a los grandes compositores que lo han inspirado. Covers emblemáticos como “Georgia on My Mind”, “Isn’t She Lovely” y “Fix You” se entrelazaban con sus propias composiciones, creando un tapiz sonoro que cautivaba a cada uno de los presentes.
Pero lo verdaderamente sorprendente fue la forma en la que Collier logró involucrar al público en su performance. Desde los coros masivos en canciones como “Somebody to Love” y “Can’t Help Falling in Love”, hasta la dirección de la multitud en momentos clave, la sensación de comunión era palpable. Fue como si Jacob Collier estuviera tejiendo una red invisible que unía a cada una de las 3,000 personas que llenaban el recinto.
Cuando finalmente llegó el momento de la despedida, Jacob Collier se mostró visiblemente emocionado. “México, me han llenado de amor y poder. Gracias por recibirme con oídos y corazones abiertos”, exclamó antes de cerrar su show con una versión magistral de “Moon River” y “Can’t Help Falling in Love”.
En ese instante, supe que había sido testigo de algo verdaderamente excepcional. Jacob Collier no es simplemente un músico prodigioso, sino un artista que logra conectar con su público de una forma única y genuina. Su capacidad para unir a las personas a través de la música es simplemente cautivadora, y estoy seguro de que México lo recordará por mucho tiempo.