Voces Lunares II, canto y música que posibilitan el contraste, el asombro y la comunión
Por Marisol Pacheco
Con la llegada del sábado 29 de marzo se cerró el ciclo de conciertos Voces Lunares II que albergó durante tres fines de semana el Teatro del Pueblo en la capital del país. El ciclo que tuvo en el 2025 su regreso a las marquesinas de la mano de la Secretaría de Cultura y el Sistema de Teatros de la Ciudad de México, cumplió su misión de brindar un espacio para mostrar el ímpetu, el alcance y la diversidad de la música creada e interpretada por mujeres.
Tras recibir en el entarimado del histórico recinto las participaciones de Edna Nao (Chihuahua), Lore Aquino (Chiapas), Nancy Zamher (Ciudad de México) y Sazón de María (Quintana Roo), tocó dar cierre a Luz María Cardenal (Morelos) y Paulina Fuente (Ciudad de México), en la que fue una noche de desafíos, concentración, contrastes y comunión como a continuación contamos.
Luz María Cardenal, liberar el potencial de nuestra voz
Mujer orquesta y la primera mujer en interpretar el chapman stick en México, Luz María Cardenal ejerce hipnosis apenas se planta en el escenario y ya pide del público atención para descifrar lo que hará -y cómo lo hará- al verla rodeada de pedaleras, guitarra eléctrica y acústica, un pad de percusión, flauta transversal, micrófono, caja para efectos de voz y su stick.
Tras ofrecer a capella el canto “Dime sol” para activar la comunión entre nosotros y la Tierra, Luz Ma despliega las alas y construye al momento el live looping que da columna a sus canciones y nos hace “Detener el instante” para ir develando lo que propone. En simultáneo, apoyan el discurso musical, los visuales detrás de ella, vinculados a la naturaleza y las aves, a cuya metódica observación debemos parte del proceso creativo que da forma a las letras y sonoridad de su propuesta.
Discurren “Te quiero conocer”, “Corazón silvestre” y “Los Amores” y para ese momento se ha ganado la fascinación del público, quien ha vertido curiosidad y asombro al acompañarle con palmas y atendiendo su petición de hacerlos parte de la construcción del show en vivo, al tiempo que la cobijan para ofrecerle la paciencia que necesita para concentrarse, fluir y hacer lo ajustes técnicos que cada tema demanda.
Llegaron entonces las canciones que perfecto definen la lírica, melodías y ambientes sonoros de su repertorio, “La voz es un ave” con su mensaje de libertad y búsqueda por la identidad sumamente estimulante; “Andrómeda, el apapacho por abrazar a los ancestros a quienes nos debemos; y “Cinturón de Orión”, un baile amoroso donde lo instrumental, loop en vivo y paisaje sonoro se revelan armónicamente.
Para cerrar su enigmática presentación, la morelense entrega “Ave Cardenal”, que entre otras cosas rinde homenaje al pájaro alter ego que la identifica artísticamente y que dejó identificarle su postura erguida -coherente- e inquieta, de canto sonoro, variado y agradable.
Y de encore, una oda a la ciencia, en este caso a la “Teoría de la Luz”, que con el stick al mando permitió identificar también la faceta de cineasta y fotógrafa que nutren el ser artista de Luz María.

Paulina Fuentes, una pócima distinta para expresar sensibilidad y brindar amor
Concluyó el intermedio y vino la tercera llamada, el preludio para que Paulina Fuentes tomara el escenario, acompañada de Pablo Castro en el piano y Miguel “Chuck” Rodríguez en el bajo. Sin embargo ello no ocurrió y lo que vino fue el mayor desafío de la noche, hacer que la producción técnica resolviera un imprevisto que pudo, incluso, colapsar la velada.
Superado aquello, el otro desafío se presentó: el de poner en sintonía y comunión al público y, desde luego, a la tríada artística que debió abonar extra en la concentración y manejo energético para fluir y brindarse ante el respetable. Algo que felizmente ocurrió.
Fue así que el último concierto tomó punto de partida con la interpretación de “Canción de trigo” donde el solo de ambos músicos y la calidad vocal de Pau terminaron por llevar el pulso de la velada al goce. Y es que, además, el acierto de lo brindado por el trío fue entrelazar las composiciones de Paulina con aquellas de otros autores, destacando la selección de temas incluidos en su disco Alma mía: una mirada al Bolero escrito por compositoras, como “Palabras” de Marta Valdéz y “Alma mía” de María Grever que con los arreglos para esta dotación instrumental mostraron lo bello que es ver cómo otros músicos asimilan la esencia de canciones y géneros tan bien conocidos.
Siguieron “Criatura”, “Lejos de mí”, “Dragón” y “Punto cero”, una expedición por la discografía de Paulina y las inquietudes jazzísticas que ha tomado para construir una base para su identidad artística. Llegaron dos exquisiteces con el sonar de “Dos gardenías” y ese lucimiento al bajo de Chuck; continúo “Ahora que te encuentro” con el acento al piano de Pablo; y devinieron “Colores” y el cierre en clímax con “Samba”, testigos del recorrido hecho en la música, la docencia y la colaboración de esta meticulosa, aplicada y sensible cantautora capitalina que es la primera en aplicar su método de “Cantar es una consecuencia” de las circunstancias a las que elegimos enfrentarnos o desciframos su valor cuando nos llegan.

Así terminó Voces Lunares II, un ciclo de conciertos que nos recuerda la importancia de ofrecer un escaparate para conocer y disfrutar a los proyectos liderados por voces femeninas en la creación musical actual de nuestro país y que si bien hace concordancia con el marzo de las mujeres, permite señalar que es preciso ofrecer estas vitrinas y curadurías durante todo el año.
Al abrir este espacio de manifestación artística, la productora organizadora del ciclo, Libertad Estrada, también extiende el reflector para quienes detrás del escenario también buscan conquistar su posición como ingenieras de audio, jefas y asistentes de escenario, diseñadoras de iluminación, vestuaristas y colaboradoras, para seguir poniendo en balanza las oportunidades para el lucimiento de su conocimiento y creatividad desde el apartado técnico. El aplauso fue también para el Staff Lunar fomado por: Frida Castillo, stage manager; Christian Saray García Mendoza, técnica de escenario; Itza Pineda, sonorización en sala y monitores; Mary J. Varher e Ibis Sandoval, iluminación.
Esperanzados, confiamos en volvernos a sorprender con una tercera edición de Voces Lunares.
Fotografía: Rafael Arriaga Zazueta-MasMúsicaMX





