Bossa y Arte: Un Tesoro Revelado en Cocoliche
La noche del 19 de octubre en Cocoliche quedará en la memoria de quienes asistieron como una de esas experiencias que te hacen sentir afortunado por haber estado allí. Lo que se vivió no fue solo un concierto, fue la fusión perfecta entre el talento musical y la expresión plástica de dos grandes artistas, Lore Aquino y Kathia Lizcano, quienes, junto a su cuarteto, lograron conjugar las sutilezas de la bossa nova con la intensidad emocional de una clausura artística inolvidable.
La velada inició con Lore Aquino, no como cantante, sino como artista plástica, despidiéndose de su exposición “Música Luminosa”, la cual había llenado de color y vida las paredes de Cocoliche durante más de ocho meses. Con un discurso sincero y emotivo, Lore agradeció a todos aquellos que hicieron posible este ciclo y a los que adquirieron sus obras, piezas que, de alguna manera, se convirtieron en parte del lugar y su historia. Era una noche de clausura, sí, pero también una celebración de todo lo que esas pinturas representaban: luz, música, vida.
Entonces, la magia se desató. Kathia Lizcano, pianista, vocalista y directora de la velada, invitó a Lore a compartir el escenario para interpretar, con una delicadeza casi etérea, algunos de los temas más icónicos de la bossa nova. Desde “Río” de Roberto Menescal hasta “Agua de Beber” y “Madalena”, cada canción fue un susurro lleno de emoción que fluyó entre las paredes del recinto, acariciando al público que, receptivo y cómplice, coreaba cada estrofa.
El Arte de la Bossa y la Maestría de Kathia
Kathia Lizcano es de esas artistas que dejan una marca profunda en quienes la escuchan. Su habilidad al piano, su dominio de la voz y su capacidad para dirigir a su cuarteto con una naturalidad envolvente hicieron que cada interpretación fuera una joya en sí misma. Con su repertorio de clásicos como “Garota de Ipanema” y “Mais que Nada”, Kathia transportó a todos a las playas de Brasil, a ese rincón del mundo donde la bossa nova nació y sigue latiendo con fuerza.
Junto a su cuarteto conformado por Ángel Rodríguez en el bajo, Rodrigo García en la batería y Romeo Aguilar en la percusión, Kathia regaló momentos inolvidables. Uno de los puntos más emotivos de la noche fue su interpretación de los temas del maestro João Henrique, un compositor brasileño que dejó un legado importante en la escena del jazz mexicano. Kathia, con la sensibilidad que la caracteriza, hizo un homenaje sincero a su memoria, arrancando suspiros y aplausos de un público emocionado.
Un Homenaje Visual y Sonoro
No fue solo música lo que se respiró esa noche. Lore Aquino, además de deleitar al público con su voz cálida, proyectó sus obras pictóricas durante todo el concierto. Las proyecciones permitieron a los asistentes adentrarse en su universo creativo, lleno de trazos vibrantes y colores que parecían bailar al ritmo de la música. La experiencia audiovisual, bautizada como “Bossa y Arte”, no solo cerró un ciclo artístico, sino que abrió un portal hacia la esencia misma de Lore, una artista que no se limita a un solo lenguaje, sino que los entrelaza para contar historias que tocan el alma.
El público, entre ellos figuras como el reconocido comunicador Germán Palomares, se sumergió en esa amalgama de arte y sonido, dejando que la emoción los guiara de una pieza a otra, de una canción a la siguiente. Cada obra de Lore, al igual que cada acorde de Kathia, se sintió como un pequeño tesoro redescubierto, algo que siempre ha estado allí pero que, hasta ahora, no se le había dado el valor que merecía.
Una Noche de Felicidad y Despedida
El final llegó con “Pais Tropical”, una explosión de alegría y ritmo que cerró la noche con broche de oro. El público, aún emocionado, ovacionó de pie a las artistas que habían logrado algo más que un concierto: habían creado una atmósfera de comunión, de felicidad pura. Lore Aquino, entre aplausos y sonrisas, entregó sus últimas obras a aquellos que esperaban ansiosos llevarse un pedacito de su mundo a casa. Era el cierre de un ciclo, pero también el inicio de otro.
Noches como esta en el Cocoliche, seguirá latiendo en la memoria de quienes estuvieron allí. Kathia Lizcano, con su maestría al piano y su amor por la bossa nova, Lore Aquino con su poderosa voz y su mundo de color, demostraron que la música y la pintura siguen siendo un lenguaje universal que nos une, que nos hace vibrar y que, al final del día, nos recuerda que la belleza siempre está ahí, esperando ser redescubierta.