En vivo o grabado: el dilema del que escucha
Por Gabriel Velázquez “El Gabo”
Recuerdo la primera vez que vi a un músico tocar en vivo. No era un artista famoso ni un gran escenario. Era un pequeño bar, un par de luces cálidas, y un guitarrista con una voz temblorosa pero decidida. Aquel momento no está en ningún disco ni en ninguna plataforma de streaming. Sólo en mi memoria. Y es que eso tiene la música en vivo: te pertenece de una manera distinta.
Hoy tenemos acceso a millones de canciones desde el celular. Podemos escuchar a los mejores intérpretes con la más alta fidelidad sonora, en cualquier lugar y a cualquier hora. Y sí, es un privilegio. Pero también es una trampa. Una trampa que nos hace creer que escuchar a través de audífonos es suficiente. Que podemos conocer la música sin haberla sentido vibrar en el pecho.
Cuando escuchamos en vivo, escuchamos con todo el cuerpo. Las vibraciones del contrabajo, el aire que se mueve con los platillos, la tensión en las manos del pianista justo antes de tocar la siguiente nota. No es lo mismo oír que escuchar. Y en vivo, escuchar es estar presente. Es un acto completo. Una forma de comunión.
La música grabada se construye con esmero, se perfecciona, se afina hasta la última nota. Pero la música en vivo es imperfecta y por eso misma es más humana. Tiene pausas que no estaban previstas, errores hermosos, silencios que dicen más que las palabras. Es irrepetible.
Y no hablo sólo de conciertos masivos. Hablo de pequeños foros, de salas íntimas, de bares donde apenas caben treinta personas. Es ahí donde ocurre la magia. Donde la cercanía entre músico y público crea algo que ninguna grabación puede reproducir. Es ahí donde los artistas se arriesgan, donde prueban, donde viven realmente su música.
Además, vivir la música en vivo tiene efectos reales en nuestro cuerpo. Estudios han demostrado que activa con más fuerza las emociones, que puede ayudarnos a reducir la presión arterial, a generar nuevas conexiones neuronales. La música en vivo nos sana, nos despierta, nos conecta.
Así que sí, sigue usando tus audífonos, sigue descubriendo artistas nuevos desde tus playlists. Pero no olvides salir. Buscar una tocada, una jam, una banda que nunca has escuchado. Apagar el celular y simplemente estar ahí. Escuchar. Sentir. Porque hay cosas que sólo suceden cuando la música está viva frente a ti.
Y de eso se trata todo esto, ¿no? De vivir más veces la música en vivo. Porque la música, como la vida, no se repite. Se toca una sola vez.
