Es momento de cambiar a tu artista favorito
Por: Gabriel Velázquez “El Gabo”
No se trata de traicionar a nadie. Dejar de escuchar a tu artista favorito no es una declaración de guerra, ni una cancelación. Es simplemente abrir una ventana. Quitar el seguro a una puerta. Porque allá afuera hay una escena musical enorme que a veces pasa desapercibida. Y si hablamos de jazz, esa puerta da a un universo entero.
Mi primer acercamiento al jazz fue gracias a mi hermano. A veces él compraba discos en Mixup, a veces se los prestaban, y yo terminaba escuchándolos por accidente. Entre todos esos discos, hubo algo que me atrapó: la sensación de estar presenciando algo que sucedía en tiempo real. Me refiero a esos álbumes grabados en una sola toma, donde los errores no se editan, donde los silencios no se limpian. Ahí fue cuando entendí que el jazz es una conversación: entre músicos, entre tiempos, entre generaciones.
No tengo un artista favorito, pero si me preguntaran, probablemente mencionaría a Brad Mehldau o el eterno Kind of Blue de Miles Davis. Me gustan esos discos que suenan como si te invitaran a pasar a un cuarto donde todo está ocurriendo de verdad. Pero incluso cuando uno ya tiene sus clásicos, nunca es tarde para volver a ser principiante.
Y es justo ahí donde quiero llegar con esta columna. Porque, a pesar de lo mucho que me gustan estos artistas, sé que no he escuchado ni el 5% de lo que podría descubrir. Y sé que tú tampoco. Así que aquí va la sugerencia más simple y más poderosa: abre tu plataforma favorita para escuchar música. Escribe el nombre de algún artista de jazz que te guste. Y deja que el algoritmo haga lo suyo.
El algoritmo no es tan malo cuando te saca de tu zona de confort. Es como ese amigo que, sin pedírselo, te manda el disco de un cuarteto noruego que grabó un álbum en una iglesia abandonada. Y tú no sabes por qué, pero te quedas escuchándolo durante horas. En otras ocasiones, te lleva a un saxofonista egipcio que mezcla escalas orientales con funk neoyorquino. ¿Quién sabía que eso existía?
También puedes hacerlo a la vieja escuela. Habla con tus amigos que aman el jazz. Hay algo muy especial en que alguien te diga: “Escucha esto, creo que te va a gustar”. Lo he hecho muchas veces. Algunos de mis amigos están muy metidos en la escena, tocan, organizan, recomiendan. Y gracias a ellos he descubierto música que jamás hubiera encontrado solo.
Porque lo más increíble de cambiar de artista favorito es que no es un cambio permanente. No es como borrar tu historial musical. Es simplemente permitir que otros artistas te acompañen por un rato. Que te desafíen. Que te aburran. Que te sorprendan. Y si no lo logran, también está bien. Lo importante es moverse.
El jazz tiene esa cualidad inagotable. Hay discos grabados en vivo en una azotea de Tokio, tríos franceses que suenan como si estuvieran en Nueva Orleans en los años cuarenta, proyectos mexicanos que cruzan el jazz con poesía, con sonidos electrónicos, con cumbia. Si no has escuchado nada de eso, ¿cómo sabes que ya encontraste a tu favorito?
Dale play a algo nuevo. Deja que la música te desconcierte. No todo lo que vas a encontrar será brillante, pero ahí está lo divertido. Cambiar a tu artista favorito no es renunciar a lo que amas, es permitir que tu gusto evolucione.
Y si un día regresas a Kind of Blue, sonará distinto. Porque tú también habrás cambiado.