Fusiones Musicales: El Jazz en México
¿Sabías que el jazz, ese ritmo vibrante que hoy resuena en las calles de México, es el resultado de una fascinante historia de encuentros y fusiones que se remonta a casi un siglo atrás? Prepárate para sumergirte en un viaje musical que te llevará desde las costas del Caribe hasta las fronteras de este país.
Los orígenes de este sonido sincopado se remontan a los pueblos africanos esclavizados, quienes en el Caribe desarrollaron nuevas expresiones que luego serían conocidas como afroamericanas. Estos ritmos cautivadores viajaron hacia el norte, hasta llegar a Nueva Orleans, donde una escena jazzística única comenzó a tomar forma.
Fue en la Exposición del Algodón de Nueva Orleans, a finales del siglo XIX, cuando la presencia de agrupaciones mexicanas como la Orquesta del Octavo Regimiento de Caballería del Ejército Mexicano y la Orquesta Típica Mexicana marcó un hito en esta evolución musical. Estas orquestas introdujeron en la ciudad elementos de la música popular mexicana, como marchas, valses y contradanzas, que se fusionaron con los ritmos afroamericanos, dando vida a nuevas y emocionantes expresiones.
Pero la influencia no se detuvo ahí. Músicos como el pianista afroamericano Louis Moreau Gottschalk, nacido en Nueva Orleans de padres haitianos, también dejaron su huella en la música cubana, difundiendo la música pianística europea en el Caribe. Así, se fue tejiendo una red de intercambios culturales que inspiró el surgimiento del ragtime y, posteriormente, del jazz.
Más tarde, en el México posrevolucionario, el jazz encontró un hogar en las ciudades fronterizas y en la capital. Figuras como Jelly Roll Morton, que llegó a Tijuana en la década de 1920, profundizaron los vínculos entre músicos mexicanos y afroamericanos. En la Ciudad de México, el foxtrot, el shimmy y el jazz se popularizaron, fusionándose con ritmos afroantillanos como el danzón.
La radiofonía jugó un papel clave en este proceso, sirviendo como plataforma para que orquestas de jazz de Nueva Orleans y conjuntos mexicanos se encontraran y compartieran su música. Así, la influencia estadounidense se hizo cada vez más evidente, dando lugar a nuevas fusiones, como el mambo impulsado por Dámaso Pérez Prado, que integró el ritmo sincopado del danzón con el sonido metálico del swing.
Sin embargo, este florecimiento no estuvo exento de tensiones. El jazz, con su carácter cosmopolita y su asociación con la vida nocturna, fue visto con recelo por las élites posrevolucionarias. El regente del Departamento del Distrito Federal, Ernesto Peralta Uruchurtu, se enfrentó a la “invasión” de estas influencias extranjeras, intentando frenar su desarrollo.
A pesar de estos obstáculos, el jazz en México vivió una época de auge durante la década de 1950 y principios de los 60, aunque confinado principalmente a hoteles y universidades. Pero la crisis política y social que sacudió al país, con movimientos como el ferrocarrilero y el estudiantil, afectó también a esta escena musical. Los espacios donde se ejecutaba el jazz tendieron a desaparecer, y la música ya no ocuparía el lugar especial que había tenido en sus orígenes.
Hoy, el jazz en México sigue presente, pero su desarrollo se ha visto marcado por las vicisitudes de la historia. Sin embargo, su legado de fusiones y encuentros culturales permanece, como un reflejo de la riqueza y la diversidad que han moldeado la música de este país. Así que la próxima vez que escuches ese ritmo sincopado en las calles, recuerda que estás siendo testigo de una historia fascinante que ha traspasado fronteras y épocas.
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