Crónica desde la cueva: una noche con Carlos Carreira
Por: Paola P. Aguayo
¿Se acuerdan —o les han contado— de aquellos espacios bohemios donde la música se respiraba entre el humo y las copas? Lugares pequeños, íntimos, de luz tenue y alfombras gastadas, con paredes rojas que parecían guardar secretos y una barra al fondo, cargada de botellas y nostalgia. Así es La Cueva de Rodrigo de la Cadena, un rincón escondido cerca de la Ciudad de los Deportes, y el escenario perfecto para una noche que sabíamos que iba a ser especial.
Cuando llegamos, el ambiente ya estaba templado por la voz de Benito López, quien formó parte de la legendaria Sonora Santanera. Con elegancia discreta y voz de antaño, nos llevó de la mano por boleros y canciones clásicas de otra época, preparando el terreno como se prepara el corazón para una noche de confesiones musicales.
A las 10:30 en punto, las luces se concentraron en el escenario y aparecieron Carlos Carreira y sus músicos: Adrián Reyes en el piano, Eliezer Díaz en el bajo y Osman Antúnez en las percusiones. El aplauso fue inmediato, cálido, como de reencuentro.
Abrió la noche con “Hasta que deje de existir”, y luego nos regaló “Materia prima”, esa canción que uno podría dejar sonando en “loop” sin cansarse jamás.
Entre canción y canción, Carlos hablaba. Y no solo hablaba: contaba historias, se detenía, respiraba junto al público. En un momento, por ejemplo, una señora al fondo del salón le preguntó:
—Carlos, ¿y tú de dónde eres?
—De aquí, de la Ciudad de México —respondió él con una sonrisa.
Y antes de que alguien pudiera decir algo más, soltó con tono divertido:
—¿Y gané algo?
Así es Carreira: espontáneo, ligero, entrañable. Lo suyo no es solo cantar, es invitarte a la mesa, servirte una copa y contarte el detrás de cada verso.
La noche avanzaba, y entre brindis y risas, Carlos y su banda fueron regalándonos más de 25 canciones. Entre ellas, “Debería estar prohibido”, tema incluido en el disco Nuestros Boleros 2, grabado junto a Salvador Aponte y con la participación de Raúl Ornelas, quien, por cierto, se presentará el próximo 21 de agosto en el Auditorio Nacional.
También sonaron “Y si mañana”, “Quiero saber de ti”, “Mataste mis ganas”, y por supuesto, cuando alguien pidió “Me rompe el corazón”, no dudó en cantarla ahí mismo. Es una canción que compuso junto a Edgar Oceransky, y que también interpretará como parte de los conciertos de Edgar los próximos 1 y 2 de agosto en el Teatro Fru Fru.
Después vino “Hubiera jurado”, y mencionó —al paso, con tono simpático— que la grabó con Franco Escamilla, dejando caer una anécdota breve y divertida sobre cómo lo reconocían en Monterrey por esa colaboración. Nada más, lo justo para hacernos sonreír, sin romper la magia del show.
Ya en la recta final, llegaron “Juré”, “María”, “La despedida”, “Déjame amarte” y el inevitable “Hasta que el cuerpo aguante”, que cerró la noche entre coros, aplausos y sonrisas satisfechas.
Unos minutos después, Carlos salió del camerino con la misma cercanía de siempre: se tomó fotos, platicó con todos los que se acercaron, como si la noche aún no se quisiera acabar.
¿No has ido a un concierto de Carlos Carreira? Tienes que ir. Te aseguro que la vas a pasar de lo lindo. Checa la agenda de Zona Acústica, seguro hay una fecha cerca de donde estás. Y si no, créeme: vale la pena el viaje.